¡Hola, Pedro! ¡¡¡FELICIDADES!!! ¡¡Cumples 19!! Bueno, pues eso. Que además de comprarte los acostumbrados regalos materiales entre todos, los Sergios y el Largo, quedamos en hacerte este regalito extra. Es un relato corto del cual tú eres el protagonista. Se titula: "Super Pedro Machote, una comedia romántica para toda la familia con sexo duro y crema". No preguntes. La hemos escrito por separado, cada uno una parte, las partes están separadas con unas bonitas cenefas de puntos, y a ver si distingues de quién es cada sección en esta miniaventura épica. Esperamos que te guste o que no tedisguste demasiado ya que la hemos hecho con toda nuestra buena intención. Hasta Luego.
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—Despierta, vas a llegar tarde. Te he dejado un gazpacho en la nevera, y dile a tu hermana que tenga cuidado con las llaves.
—Sí, mamá —dijo Pedro Sánchez, desperezándose perezosamente —Buaaaaaaaaaahhhh —dijo cuando ella se hubo marchado. Cómo le jodía tener que levantarse a las 8 de la mañana en verano.
Era un bonito día de Agosto. 22 de Agosto, para ser precisos, y quedaban dos días para que Pedro pudiera descansar unas horas y celebrar su 19 cumpleaños con sus grandes, geniales, inmejorables amigos. Pero de momento tenía que seguir estudiando, de modo que se dirigió a la parada de autobús de mala gana con la intención de machacarse la cabeza en la biblioteca durante toda la mañana.
Se puso la música en el discman para ver si se espabilaba un poco y podía empezar a estudiar bien despierto. Por ello eligió el "Ride The Lightning", el mejor disco de Heavy Metal, de la mejor banda de la historia de la música desde que un paleto inventara la guitarra al atar una cuerda a un trozo de madera.
Llevaba dos horas estudiando cuando la cicatriz empezó a picarle. Pedro tenía una cicatriz extremadamente rugosa en el codo, tanto que hacía verdadero daño a los que rozaba con ella sin querer. Sus padres siempre habían rehusado explicarle el modo en que se la hizo, y Pedro había
decidido, tras muchos intentos, no hacer más preguntas.
"Qué extraño", pensó. Nunca le había dolido de esa forma.
De camino a su casa tras haber estudiado 9 horas seguidas, un cono con bigote cortado por un plano le pidió la hora, mientras que una niña saltaba a la comba generando una superficie de revolución cuya sección cíclica tenía toda la pinta de ser la curva del peinado de Sirius Black cuando aparece en el fuego de la chimenea de la sala común de Gryffindor.
Sin duda, Pedro Sánchez iba camino de ser el mejor arquitecto-escritor de historias fantásticas del mundo. Y como era de esperar, también acabaría como una puta cabra.
Entró en su casa y se dispuso a prepararse el almuerzo a las siete de la tarde, no sin antes devorar un delicioso paquete de patatas Fran José. Sus gemidos de placer alertaron al vecino, un ser pinchudo llamado Pablito.
—¡Ya vale de ruidos, estoy intentando dormir la siesta de las siete de la tarde! —Pedro decidió hacerle caso, ya que Pablito era capaz de irrumpir en su casa para pincharle con sus pinchudos huesos.
Entonces ocurrió algo. Una lechuza entró por la ventana cantando "Stairway To Heaven" de Led Zeppelin. La visión fue tan celestial que Pedro empezó a rezar a Joe Satriani, nuestro Dios Absoluto ahora y en la eternidad.
Oh, mi Joe Satriani, con una nota tu podrías
—Sí, mamá —dijo Pedro Sánchez, desperezándose perezosamente —Buaaaaaaaaaahhhh —dijo cuando ella se hubo marchado. Cómo le jodía tener que levantarse a las 8 de la mañana en verano.
Era un bonito día de Agosto. 22 de Agosto, para ser precisos, y quedaban dos días para que Pedro pudiera descansar unas horas y celebrar su 19 cumpleaños con sus grandes, geniales, inmejorables amigos. Pero de momento tenía que seguir estudiando, de modo que se dirigió a la parada de autobús de mala gana con la intención de machacarse la cabeza en la biblioteca durante toda la mañana.
Se puso la música en el discman para ver si se espabilaba un poco y podía empezar a estudiar bien despierto. Por ello eligió el "Ride The Lightning", el mejor disco de Heavy Metal, de la mejor banda de la historia de la música desde que un paleto inventara la guitarra al atar una cuerda a un trozo de madera.
Llevaba dos horas estudiando cuando la cicatriz empezó a picarle. Pedro tenía una cicatriz extremadamente rugosa en el codo, tanto que hacía verdadero daño a los que rozaba con ella sin querer. Sus padres siempre habían rehusado explicarle el modo en que se la hizo, y Pedro había
decidido, tras muchos intentos, no hacer más preguntas.
"Qué extraño", pensó. Nunca le había dolido de esa forma.
De camino a su casa tras haber estudiado 9 horas seguidas, un cono con bigote cortado por un plano le pidió la hora, mientras que una niña saltaba a la comba generando una superficie de revolución cuya sección cíclica tenía toda la pinta de ser la curva del peinado de Sirius Black cuando aparece en el fuego de la chimenea de la sala común de Gryffindor.
Sin duda, Pedro Sánchez iba camino de ser el mejor arquitecto-escritor de historias fantásticas del mundo. Y como era de esperar, también acabaría como una puta cabra.
Entró en su casa y se dispuso a prepararse el almuerzo a las siete de la tarde, no sin antes devorar un delicioso paquete de patatas Fran José. Sus gemidos de placer alertaron al vecino, un ser pinchudo llamado Pablito.
—¡Ya vale de ruidos, estoy intentando dormir la siesta de las siete de la tarde! —Pedro decidió hacerle caso, ya que Pablito era capaz de irrumpir en su casa para pincharle con sus pinchudos huesos.
Entonces ocurrió algo. Una lechuza entró por la ventana cantando "Stairway To Heaven" de Led Zeppelin. La visión fue tan celestial que Pedro empezó a rezar a Joe Satriani, nuestro Dios Absoluto ahora y en la eternidad.
Oh, mi Joe Satriani, con una nota tu podrías
descongelar los dos Polos.
Dame consejo en este celestial momento
y nunca más jugaré a los bolos.
La lechuza dejó una carta sobre la mesa y se marchó volando. Pedro se abalanzó sobre ella y, abriéndola, le leyó para sí.
Ave Pedro.
Somos los humildes ministros del país Pedro Sánchez. Hace años que tu padre, Pedro Sánchez, te envió a vivir con unos amables señores que te quisieron adoptar, con la condición de que te instruyeran en el noble arte de la Arquitectura y que, cuando cumplieras los 19 años de edad, regresaras a tu país natal para levantar nuestra decadente civilización de su ruina. Ahora que la fecha se acerca, el país Pedro Sánchez debe pasar a manos de Pedro Sánchez Junior, o sea, tú.
Te rogamos que nos deleites con tu presencia lo antes posible para que podamos venerarte como a un Dios.
Muchos besitos y abrazos
Ministerio de Pedro Sánchez.
-¿Pero qué debo hacer? – se preguntaba Pedro una y otra vez. Lo mejor será que me eche ya a dormir que mañana me tengo que despertarme a las 4:45 AM para estudiar. Aprovecharé y le preguntaré a mamá en el desayuno.
Dame consejo en este celestial momento
y nunca más jugaré a los bolos.
La lechuza dejó una carta sobre la mesa y se marchó volando. Pedro se abalanzó sobre ella y, abriéndola, le leyó para sí.
Ave Pedro.
Somos los humildes ministros del país Pedro Sánchez. Hace años que tu padre, Pedro Sánchez, te envió a vivir con unos amables señores que te quisieron adoptar, con la condición de que te instruyeran en el noble arte de la Arquitectura y que, cuando cumplieras los 19 años de edad, regresaras a tu país natal para levantar nuestra decadente civilización de su ruina. Ahora que la fecha se acerca, el país Pedro Sánchez debe pasar a manos de Pedro Sánchez Junior, o sea, tú.
Te rogamos que nos deleites con tu presencia lo antes posible para que podamos venerarte como a un Dios.
Muchos besitos y abrazos
Ministerio de Pedro Sánchez.
-¿Pero qué debo hacer? – se preguntaba Pedro una y otra vez. Lo mejor será que me eche ya a dormir que mañana me tengo que despertarme a las 4:45 AM para estudiar. Aprovecharé y le preguntaré a mamá en el desayuno.
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Y Pedro se levantó a las 11:00 AM. Era el día 23 de agosto, un día para su 19 cumpleaños y aún no sabía nada de ese país que tenía que gobernar. Nada más entrar en la cocina le preguntó a su madre:
—Mamá, ¿soy adoptado?
—Supongo que ya te ha llegado la carta. No quería que llegase este momento, pero es inevitable que...
—Pero, ¿qué es eso de que tengo que gobernar un país, mi país? ¿Y qué tiene todo esto que ver con mi cicatriz?
—Oh, bueno, supongo que ya debes saber la verdad. Tu padre era un revolucionario y se casó con una señorita de su edad. Te tuvieron a ti en el punto más sangriento de la revolución y atacaron la choza en que naciste. Tu padre, como un héroe, salió corriendo contigo en brazos, y una esquirla metálica te rozó el codo. De ahí la cicatriz rasposa. Pero tu madre murió atravesada por miles de balas, desangrada en un enorme charco de barro...
—Entonces es cierto... Debo partir hacia el país de Pedro Sánchez inmediatamente.
—Sí, un Jaberwocky te espera a la orilla del mar para llevarte volando. Será mejor que te lleves un bocadillo. ¿De qué lo quieres?
—¡¡¡De chopped pork!!!
Y Pedro salió corriendo hacia la orilla del mar. El viaje en Jaberwocky se hizo corto ya que cogió su disco preferido, el Word of Mouth de Jaco Pastorius. Además el país de Pedro Sánchez es un lugar mágico al que se llega sólo deseándolo, no existe el cerca o lejos, y Pedro tenía muchas ganas de llegar.
Al aterrizar en el Jabpuerto, lo recibieron los ministros:
—Salve, Gran Pedro, nosotros lo adoramos y lo cubrimos con oro.
—Mamá, ¿soy adoptado?
—Supongo que ya te ha llegado la carta. No quería que llegase este momento, pero es inevitable que...
—Pero, ¿qué es eso de que tengo que gobernar un país, mi país? ¿Y qué tiene todo esto que ver con mi cicatriz?
—Oh, bueno, supongo que ya debes saber la verdad. Tu padre era un revolucionario y se casó con una señorita de su edad. Te tuvieron a ti en el punto más sangriento de la revolución y atacaron la choza en que naciste. Tu padre, como un héroe, salió corriendo contigo en brazos, y una esquirla metálica te rozó el codo. De ahí la cicatriz rasposa. Pero tu madre murió atravesada por miles de balas, desangrada en un enorme charco de barro...
—Entonces es cierto... Debo partir hacia el país de Pedro Sánchez inmediatamente.
—Sí, un Jaberwocky te espera a la orilla del mar para llevarte volando. Será mejor que te lleves un bocadillo. ¿De qué lo quieres?
—¡¡¡De chopped pork!!!
Y Pedro salió corriendo hacia la orilla del mar. El viaje en Jaberwocky se hizo corto ya que cogió su disco preferido, el Word of Mouth de Jaco Pastorius. Además el país de Pedro Sánchez es un lugar mágico al que se llega sólo deseándolo, no existe el cerca o lejos, y Pedro tenía muchas ganas de llegar.
Al aterrizar en el Jabpuerto, lo recibieron los ministros:
—Salve, Gran Pedro, nosotros lo adoramos y lo cubrimos con oro.
Y efectivamente eso hicieron. Pedro se sacudió el oro como pudo y preguntó:
—¿Y dónde están los súbditos a los que debo gobernar?
Los ministros le explicaron que por precaución no habían querido anunciar su llegada por si alguien intentaba hacerle algo. Pedro lo comprendió enseguida. También le explicaron que era mejor que se anunciase el mismo día 24 para que así no hubiese problemas.
—¿Qué problemas podría haber? —pensó Pedro, pero no dijo nada.
Al día siguiente salió al balcón a anunciar su llegada. El pueblo lo recibió con una ovación: había gente gritando como loca, chicas sin camisetas, y... Pedro se echó al suelo justo a tiempo. Una manzana le pasó rozando la cabeza. Inmediatamente apresaron al culpable y lo llevaron ante Pedro. Los ministros gritaron:
—¡¡¡Mátalo!!!¡¡¡MÁTALO!!!
—Pero si yo sólo quería entregarle mis mejores manzanas a Pedro, no he hecho nada malo.
—¡Mientes! ¡Intentaste asesinarlo con esa manzana!
—No, no, no...
Pedro llamó a los ministros a una habitación aparte y les dijo que confiaba en la historia del hombre. Pero los ministros estaban ABSOLUTAMENTE SEGUROS y RECORDABAN PERFECTAMENTE que el hombre era un asesino que se les había escapado. Pero Pedro no quería matarlo. Entonces los ministros dijeron:
—Te daremos un paquete de Fran José si lo matas.
—Soy el que más manda aquí, puedo tener tantos paquetes como quiera.
—Pero tenemos un problema de distribución y sólo nosotros, los MMM (Ministros Malísimos de la Muerte) podemos conseguirlos.
La mente de Pedro comenzó a debatirse, no sabía qué hacer. Entonces, por unos instantes, su mente se partió en dos: se encontró de repente en una habitación con unas pequeñas neuronas de axiones hermosos que le decían
—Mata a ese hombre, a ti ni siquiera te gustan las manzanas, a ti te gustan las patatas y por lo visto va a ser difícil conseguirlas. Sólo es un hombre, hay muchísimos más en el país de Pedro Sánchez.
Sin embargo, otro grupo de células de Schwann, más feúchas, le decían desde un rincón:
—No está bien, tu padre murió por un país en el que hubiese justicia, no quería que su hijo fuese un asesino.
Pero Pedro sucumbió. Mandó matar al hombre y se comió las patatas mojándolas en la sangre derramada mientras se reía sádicamente y escuchaba el grupo más oscuro y malévolo de la historia: Cannibal Corpse.
Estaba tan ofuscado por el poder, el acceso libre a las patatas y el no tener que estudiar en verano que llegó incluso a jugar a los bolos con los ministros, a pesar de su promesa a Joe Satriani (su subdios, ya que por encima estaban los Beatles desde que hicieran el Revolver) de no hacerlo nunca más.
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—¿Y dónde están los súbditos a los que debo gobernar?
Los ministros le explicaron que por precaución no habían querido anunciar su llegada por si alguien intentaba hacerle algo. Pedro lo comprendió enseguida. También le explicaron que era mejor que se anunciase el mismo día 24 para que así no hubiese problemas.
—¿Qué problemas podría haber? —pensó Pedro, pero no dijo nada.
Al día siguiente salió al balcón a anunciar su llegada. El pueblo lo recibió con una ovación: había gente gritando como loca, chicas sin camisetas, y... Pedro se echó al suelo justo a tiempo. Una manzana le pasó rozando la cabeza. Inmediatamente apresaron al culpable y lo llevaron ante Pedro. Los ministros gritaron:
—¡¡¡Mátalo!!!¡¡¡MÁTALO!!!
—Pero si yo sólo quería entregarle mis mejores manzanas a Pedro, no he hecho nada malo.
—¡Mientes! ¡Intentaste asesinarlo con esa manzana!
—No, no, no...
Pedro llamó a los ministros a una habitación aparte y les dijo que confiaba en la historia del hombre. Pero los ministros estaban ABSOLUTAMENTE SEGUROS y RECORDABAN PERFECTAMENTE que el hombre era un asesino que se les había escapado. Pero Pedro no quería matarlo. Entonces los ministros dijeron:
—Te daremos un paquete de Fran José si lo matas.
—Soy el que más manda aquí, puedo tener tantos paquetes como quiera.
—Pero tenemos un problema de distribución y sólo nosotros, los MMM (Ministros Malísimos de la Muerte) podemos conseguirlos.
La mente de Pedro comenzó a debatirse, no sabía qué hacer. Entonces, por unos instantes, su mente se partió en dos: se encontró de repente en una habitación con unas pequeñas neuronas de axiones hermosos que le decían
—Mata a ese hombre, a ti ni siquiera te gustan las manzanas, a ti te gustan las patatas y por lo visto va a ser difícil conseguirlas. Sólo es un hombre, hay muchísimos más en el país de Pedro Sánchez.
Sin embargo, otro grupo de células de Schwann, más feúchas, le decían desde un rincón:
—No está bien, tu padre murió por un país en el que hubiese justicia, no quería que su hijo fuese un asesino.
Pero Pedro sucumbió. Mandó matar al hombre y se comió las patatas mojándolas en la sangre derramada mientras se reía sádicamente y escuchaba el grupo más oscuro y malévolo de la historia: Cannibal Corpse.
Estaba tan ofuscado por el poder, el acceso libre a las patatas y el no tener que estudiar en verano que llegó incluso a jugar a los bolos con los ministros, a pesar de su promesa a Joe Satriani (su subdios, ya que por encima estaban los Beatles desde que hicieran el Revolver) de no hacerlo nunca más.
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Y así pasó el tiempo y Pedro Sánchez vivió gran cantidad de aventuras en las cuales se dio cuenta de que realmente el heavy metal le estaba llevando por el mal camino y decidió no volver a escuchar nunca más nada que tuviera distorsión. Se apartó durante una época del mundo público encerrándose en un cuarto que se sostenía sobre una columna salomónica gigante a 5000 metros de altura, sobre las montañas y sobre todo el país de Pedro Sánchez, donde sus habitantes, los pedrosanchecinos, vivían tan bien que se inventaban a unos enemigos contra los que luchar y a los que odiar.
En esta habitación Pedro Sánchez se dedicó a la meditación y a escuchar a Jeff Buckley para entrar en trance y así contactar con los dioses, que le contaban los secretos del universo.
Un día, desde el suronorte, llegó la misma lechuza que aquel 24 de Agosto le había llevado la grata noticia para llevarle ahora una noticia horrible. Ponía lo siguiente:
En nombre de nuestra patria Poorpooland, y de todos los poorpoolandianos, os damos a vos, Sir Pedro Sánchez, la oportunidad de huir de Pedro Sánchez antes de que ataquemos vuestro país con nuestras horribles armas de destrucción medievales. Esto es un ultimátum improrrogable.
La respuesta debe llegar antes de la puesta de sol del último día del último mes del antepenúltimo año de la década del salchichón.
Oséase, mañana.
Gracias por leer.
J.R.R.G.
Pedro leyó esto con horror y se desmayó. Dos horas después, cuando notó que alguien se le estaba cagando encima abrió los ojos y vio a la blanca lechuza sonriendo sobre su pecho, donde descansaba un montoncito de bonitas blancas defecaciones. Pedro se levantó sobresaltado, pisó la cabeza de la lechuza, a la que no le pasó nada, y se sentó en su mesa, sacó un buen rollo de pergamino rosa perfumado y escribió con un lápiz H2B con bonita caligrafía:
Aquí permaneceré para luchar, valiente como mi cobarde padre.
Ciaito!
Enrolló el pergamino, lo ató a la pata de la lechuza y, tras darle un par de Fran Josés rancias la tiró por la ventana para que llegara a Poorpooland.
Pedro Sánchez saltó desde la casa y se deslizó en espiral por el fuste retorcido de la columna hasta llegar al sólido suelo de Pedro Sánchez, donde los habitantes, que se habían enterado de la amenaza, lo alabaron por quedarse con ellos.
Pedro convocó a todos los jaberwockys y tilacinos del país para que ayudaran en la guerra, mandó lechuzas a todos los amigos del mundo y, en media hora, tenía el ejército preparado y bendecido por Atenea y todos los dioses de la guerra que quisieron hacer algo.
A lo lejos se los oía llegar, un montón de poorpoolandianos arrastrando los pies y las armas. Uno de cada cinco cargaba con un darbuka y lo aporreaba sin compasión, sacándole el metálico sonido de percusión al mágico artefacto que marcaba el ritmo del paso del vago ejército. El sonido hizo que muchos de los pedrosanchecinos dejaran sus puestos y se pusieran a bailar capoeira sin descanso y a toda velocidad, pues el sonido cada vez iba más rápido, descontrolados, sin poder sobre sus cuerpos, bailando y saltando hasta que los pies comenzaron a sangrar y los resbalones se sucedieron por todo el batallón.
Pedro Sánchez tenía más miedo que un angango en una biblioteca y sudaba tanto que parecía que se estaba derritiendo. Las palmas de las manos mojadas, los ojos enrojecidos por los nervios, los pelos húmedos pegados a la frente y la nuca y ese dolor punzante en el codo… pensó que el dolor de la cicatriz era debido a que se acercaba su enemigo pero, cuando miró el brazo que le dolía, se dio cuenta de que era Pablito el causante al estar clavándole el esternón. Pablo permanecía arrodillado a su lado, subido a un trineo con ruedas con el que se deslizaría entre los enemigos pinchándoles en las piernas y partes sensibles con sus extremidades huesudas.
—Me alegro de que estés aquí conmigo —farfulló Pedro Sánchez.
Pablo, por toda respuesta, chasqueó un par de veces la lengua y sonrió como si estuviera loco.
Realmente Pedro Sánchez se alegraba de que estuvieran allí todos sus amigos raros… Action Boy, Bernie Wells, Fucaco, Virginia Woolf con los bolsillos de la bata llenos de piedras, el Presidente de los EE.UU. conduciendo un tanque, Topito Pérez, que iba desnudo porque se había depilado todo el cuerpo y embadurnado en aceite para escurrirse entre los enemigos y que nunca lo pillaran, Mickey el Gordo, Erestör Fefalas, Rokete, Gorge el de los ogjos rogjos, Nicolás Saizer, etc…
Llegó el otro ejército y comenzó la lucha. Todos peleaban aquí y allá con lo que pillaran.
Pablito se deslizaba de un lado a otro con los codos en punta pinchando a todo el que se le acercaba, fuera de un bando o de otro, chasqueando la lengua y riéndose, Action Boy rugía y disparaba con el cañón-trípode, Mickey el Gordo comía a gente y soltaba flatulencias nucleares. Rokete bailaba capoeira mientras tocaba la guitarra a lo bestia, haciendo saltar las cuerdas contra sus enemigos, Fucaco corría por ahí electrocutando a las hordas enemigas y, en el centro del campo de batalla, Pedro Sánchez, esperaba con hombría a J.R.R.G., que se acercaba portando un ventolín del tamaño de su brazo.
—¡No vas a ganar esta guerra! —gritó Pedro Sánchez, haciendo que todo el mundo parara de combatir para mirar la escena.
—¡Me da igual, yo solo quiero matarte a ti! —respondió J.R.R.G.
—No lo conseguirás —entonces Pedro se armó de valor, se quitó el casco de la armadura y saltó hacia J.R.R.G., que en ese momento apretaba el pulsador del ventolín y le mandaba una descarga de placebo puro que le hacía caer y caer y caer y caer y caer y caer y caer y caer y…
Pedro gritó y se despertó. Estaba en la biblioteca, sentado, estudiando. La gente lo miraba, pero de una manera extraña. Sí. Sólo había tías en la biblioteca, tías buenas que estudiaban en ropa interior y que le sonreían. Pedro se levantó y todas fueron hacia él rápidamente, se le echaron encima, derrumbándolo, rasgándole la ropa y unas manos que le subían por el pecho y… de repente alguien le estaba dando de hostias, ¿qué coño pasaba allí?
Pedro gritó y se despertó. Estaba en su cama, en calzoncillos. Aún era de noche. La ventana estaba abierta y por ella entraba una brisa agradable. No había ruidos. Miró el reloj. Eran las tres de la mañana y eso le puso contento, todavía tenía tiempo para dormir mucho, al día siguiente no tenía que ir a la biblioteca, nunca más, ya no tenía que estudiar…
Pedro gritó y se despertó. El móvil sonaba. Estaba en su casa, en calzoncillos, en la cama. Aún era de noche. El móvil seguía sonando. Lo cogió y apretó el botón verde.
—¿Diga?
—¿Es usted Pedro Sánchez?
—Sí.
—Pues acaba de ganar un billón de euros.
Pedro gritó y se despertó. Estaba en una tumbaca, tomando absenta de color azul eléctrico en la orilla de una playa de arena blanca y aguas transparentes. A su alrededor, sus amigos disfrutaban igual que él del paisaje y del billón de euros que le había tocado a Pedro al cumplir los diecinueve años… Todo era perfecto. Lo que Pedro no sabía era que esa noche le matarían para quedarse con su fortuna. Así que, por lo pronto, todo iba bien.
En esta habitación Pedro Sánchez se dedicó a la meditación y a escuchar a Jeff Buckley para entrar en trance y así contactar con los dioses, que le contaban los secretos del universo.
Un día, desde el suronorte, llegó la misma lechuza que aquel 24 de Agosto le había llevado la grata noticia para llevarle ahora una noticia horrible. Ponía lo siguiente:
En nombre de nuestra patria Poorpooland, y de todos los poorpoolandianos, os damos a vos, Sir Pedro Sánchez, la oportunidad de huir de Pedro Sánchez antes de que ataquemos vuestro país con nuestras horribles armas de destrucción medievales. Esto es un ultimátum improrrogable.
La respuesta debe llegar antes de la puesta de sol del último día del último mes del antepenúltimo año de la década del salchichón.
Oséase, mañana.
Gracias por leer.
J.R.R.G.
Pedro leyó esto con horror y se desmayó. Dos horas después, cuando notó que alguien se le estaba cagando encima abrió los ojos y vio a la blanca lechuza sonriendo sobre su pecho, donde descansaba un montoncito de bonitas blancas defecaciones. Pedro se levantó sobresaltado, pisó la cabeza de la lechuza, a la que no le pasó nada, y se sentó en su mesa, sacó un buen rollo de pergamino rosa perfumado y escribió con un lápiz H2B con bonita caligrafía:
Aquí permaneceré para luchar, valiente como mi cobarde padre.
Ciaito!
Enrolló el pergamino, lo ató a la pata de la lechuza y, tras darle un par de Fran Josés rancias la tiró por la ventana para que llegara a Poorpooland.
Pedro Sánchez saltó desde la casa y se deslizó en espiral por el fuste retorcido de la columna hasta llegar al sólido suelo de Pedro Sánchez, donde los habitantes, que se habían enterado de la amenaza, lo alabaron por quedarse con ellos.
Pedro convocó a todos los jaberwockys y tilacinos del país para que ayudaran en la guerra, mandó lechuzas a todos los amigos del mundo y, en media hora, tenía el ejército preparado y bendecido por Atenea y todos los dioses de la guerra que quisieron hacer algo.
A lo lejos se los oía llegar, un montón de poorpoolandianos arrastrando los pies y las armas. Uno de cada cinco cargaba con un darbuka y lo aporreaba sin compasión, sacándole el metálico sonido de percusión al mágico artefacto que marcaba el ritmo del paso del vago ejército. El sonido hizo que muchos de los pedrosanchecinos dejaran sus puestos y se pusieran a bailar capoeira sin descanso y a toda velocidad, pues el sonido cada vez iba más rápido, descontrolados, sin poder sobre sus cuerpos, bailando y saltando hasta que los pies comenzaron a sangrar y los resbalones se sucedieron por todo el batallón.
Pedro Sánchez tenía más miedo que un angango en una biblioteca y sudaba tanto que parecía que se estaba derritiendo. Las palmas de las manos mojadas, los ojos enrojecidos por los nervios, los pelos húmedos pegados a la frente y la nuca y ese dolor punzante en el codo… pensó que el dolor de la cicatriz era debido a que se acercaba su enemigo pero, cuando miró el brazo que le dolía, se dio cuenta de que era Pablito el causante al estar clavándole el esternón. Pablo permanecía arrodillado a su lado, subido a un trineo con ruedas con el que se deslizaría entre los enemigos pinchándoles en las piernas y partes sensibles con sus extremidades huesudas.
—Me alegro de que estés aquí conmigo —farfulló Pedro Sánchez.
Pablo, por toda respuesta, chasqueó un par de veces la lengua y sonrió como si estuviera loco.
Realmente Pedro Sánchez se alegraba de que estuvieran allí todos sus amigos raros… Action Boy, Bernie Wells, Fucaco, Virginia Woolf con los bolsillos de la bata llenos de piedras, el Presidente de los EE.UU. conduciendo un tanque, Topito Pérez, que iba desnudo porque se había depilado todo el cuerpo y embadurnado en aceite para escurrirse entre los enemigos y que nunca lo pillaran, Mickey el Gordo, Erestör Fefalas, Rokete, Gorge el de los ogjos rogjos, Nicolás Saizer, etc…
Llegó el otro ejército y comenzó la lucha. Todos peleaban aquí y allá con lo que pillaran.
Pablito se deslizaba de un lado a otro con los codos en punta pinchando a todo el que se le acercaba, fuera de un bando o de otro, chasqueando la lengua y riéndose, Action Boy rugía y disparaba con el cañón-trípode, Mickey el Gordo comía a gente y soltaba flatulencias nucleares. Rokete bailaba capoeira mientras tocaba la guitarra a lo bestia, haciendo saltar las cuerdas contra sus enemigos, Fucaco corría por ahí electrocutando a las hordas enemigas y, en el centro del campo de batalla, Pedro Sánchez, esperaba con hombría a J.R.R.G., que se acercaba portando un ventolín del tamaño de su brazo.
—¡No vas a ganar esta guerra! —gritó Pedro Sánchez, haciendo que todo el mundo parara de combatir para mirar la escena.
—¡Me da igual, yo solo quiero matarte a ti! —respondió J.R.R.G.
—No lo conseguirás —entonces Pedro se armó de valor, se quitó el casco de la armadura y saltó hacia J.R.R.G., que en ese momento apretaba el pulsador del ventolín y le mandaba una descarga de placebo puro que le hacía caer y caer y caer y caer y caer y caer y caer y caer y…
Pedro gritó y se despertó. Estaba en la biblioteca, sentado, estudiando. La gente lo miraba, pero de una manera extraña. Sí. Sólo había tías en la biblioteca, tías buenas que estudiaban en ropa interior y que le sonreían. Pedro se levantó y todas fueron hacia él rápidamente, se le echaron encima, derrumbándolo, rasgándole la ropa y unas manos que le subían por el pecho y… de repente alguien le estaba dando de hostias, ¿qué coño pasaba allí?
Pedro gritó y se despertó. Estaba en su cama, en calzoncillos. Aún era de noche. La ventana estaba abierta y por ella entraba una brisa agradable. No había ruidos. Miró el reloj. Eran las tres de la mañana y eso le puso contento, todavía tenía tiempo para dormir mucho, al día siguiente no tenía que ir a la biblioteca, nunca más, ya no tenía que estudiar…
Pedro gritó y se despertó. El móvil sonaba. Estaba en su casa, en calzoncillos, en la cama. Aún era de noche. El móvil seguía sonando. Lo cogió y apretó el botón verde.
—¿Diga?
—¿Es usted Pedro Sánchez?
—Sí.
—Pues acaba de ganar un billón de euros.
Pedro gritó y se despertó. Estaba en una tumbaca, tomando absenta de color azul eléctrico en la orilla de una playa de arena blanca y aguas transparentes. A su alrededor, sus amigos disfrutaban igual que él del paisaje y del billón de euros que le había tocado a Pedro al cumplir los diecinueve años… Todo era perfecto. Lo que Pedro no sabía era que esa noche le matarían para quedarse con su fortuna. Así que, por lo pronto, todo iba bien.
S.S.M.//S.R.M.//J.R.R.G.
Copyright © The Breakfast Clan, 2007. Todos los derechos reservados.
6 comentarios:
llorando de risa xDDDD
P.D: FELICIDADES PEDRO DEL CODO RASPOSO Q LA FELICIDAD INUNDE TUS DIAS!!!
oh dios mio
no se que decir,
graciassss
Pues dí de quien es cada parte, aunque la primera división está mal, va justo después de la carta.
Comiendo pantumaca en las tumbacas es la mejor forma de celebrar tu cumpleaños: FELICIDADES!!!
¿Alguien ha entendido la alusión a los MMM?
Yooooo nooooo!!!!
UI UI
QUE NADIE DEJE DE LEER EL 4º CAPÍTULO DEL FARO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
¡¡Felicidades Pedrito!! La historia es buenísima, me he reído mucho, jajaja.
El final es verídico eh? No te creas que no...
No se quien eres pero felicidades de todas formas, pedro sanchez, yo también estuve apoyandote en aquella batalla
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