lunes, 27 de agosto de 2007

Memorias de Idhún (2ª Parte) por P.J.O.R.

Tal y como llegan a Idhún, hay un gran destacamento de Sheks esperándolos. Ellos huyen pero a Shail le muerden en una pierna y por culpa del veneno se la tienen que amputar luego. Al final encuentran donde esconderse: el Bosque de Awa. Un bosque mágico donde se ocultan los sublevados al reinado de Ashran cuyas flores, alimentadas por la luz de las lunas produce un escudo al rededor de todo el bosque y solo los Silfos y las Hadas (los habitantes del bosque de Awa) pueden deshacerlo. Allí, cada uno decide ir en una dirección.


Allegra va a ver a los Bárbaros para que se unan a ellos. Allí está Gerde, que con sus coqueterías tiene engatusada a todas las tribus bárbaras y tras un duelo la abuela de Victoria huye de allí. La huída lleva a Gerde a una torre donde esta Kirtash. Nuevamente intenta someterlo con sus coqueterías, pero el shek la mata y envía el cadáver a su padre.

Alsan, que resulta que es el Príncipe de Vanissar (uno de los reinos humanos) va recuperar lo que le pertenece. Pero las serpientes lo están esperando y su propio hermano, que regenta el trono, lo traiciona, pero consigue escapar de la trampa gracias a los Nuevos Dragones. Éstos son rebeldes que construyen dragones de madera, a escala real, dentro del cual va un piloto humano que lo maneja. Son artificiales, pero son igualmente efectivos. Mediante la magia les dan “vida” de manera que parezcan reales (hasta escupen fuego). El resultado es tan real que los Sheks se vuelven locos de rabia al verlo y los atacan sin formación, olvidando toda precaución y toda frialdad, típicas de los Sheks. Tras su encuentro con los Nuevos Dragones y sus constructores, Alsan se une a ellos y viajan hacia la antigua fortaleza de Nurgon, sede de los legendarios caballeros. La reconquistan y la usan como base para reunirse.

Kirtash se fue al norte, a que Ydeon, el gigante, un mítico forjador de espadas, le reforjara a Haiass, su espada, rota en un duelo contra Jack o contra su padre. Su arma, al igual que la del dragón o la de Alsan, eran espadas legendarias y no podían ser forjadas por cualquier herrero. Además, se necesitaba magia. De paso, con la soledad de las tierras del norte (la tierra de los gigantes), recuperar su parte Shek que esta siendo oprimida por su parte humana, debido al amor que siente por Victoria.

Jack se dirige al sur, a la tierra de los dragones. Victoria no sabe con cual de los dos irse y al final decide irse con Jack. Shail, cuando se recupera de su pierna, sigue a Jack y a Victoria acompañado por Zaisei, una celeste (otra raza de Idhún parecida a los humanos) muy especial para él. De camino a la tierra de los dragones, Jack y Victoria conocen a Kimara, una semiyan que vive en el desierto (Los yan son otra raza) y que los guía a través de él. Tras una batalla con los sheks que los estaban esperando en los límites del cementerio de dragones, Victoria le entrega la magia a la semiyan.

Mas tarde, de vuelta de la tierra de los dragones, se les incorpora Kirtash. Jack es más dragón que nunca y el otro tiene su espíritu Shek recién renovado. No pueden evitar sentir odio mutuo. Un odio que los dioses les otorgaron cuando los crearon para luchar. Se enzarzan en una pelea brutal, tanto en el cuerpo humano como en el cuerpo del dragón y del shek. Al final, el asesino hiere a Jack y lo hace caer en un volcán, que en realidad es un portal a otro mundo: Umadhum. Este nuevo mundo es donde los sheks estaban antes exiliados, donde los dragones los encerraron, antes del día de la conjunción astral y de que Ashran los trajera de vuelta y exterminara a sus enemigos. Allí, una shek que tiene un interés personal en matar a Ashran y al rey de los sheks (porque la obligaron a usar a sus hijos para crear al híbrido Kirtash), lo ayuda, le cura y le enseña a controlar parte de su odio, o a enfocarlo hacia otra cosa que no fueran lo sheks. Cuando lo creen oportuno, ambos vuelven a Idhún atreves del portal del volcán.

Pero durante todo ese tiempo, a Jack le dan por muerto. Y Victoria jura matar a Kirtash, a pesar de todo lo que lo ama. Se sentía como una traidora hacia Jack, porque le pidió que perdonara la vida del shek cuando apareció en Limbhad y a cambio, le arrebata la vida del otro hombre (o dragón) al que tanto amaba. Y para enmendar su error le persigue por medio mundo. Durante el camino se encuentra con Yaren, un joven que ansia por encima de todo ser mago. Acompaña a Victoria y la presiona para que le entregue la magia. Al final ella cede, pero lo único que le puede dar es una magia impregnada de los sentimientos oscuros de ira y dolor que ella sentía, una magia corrupta. Y Yaren se va, sintiendo como la magia lo torturaba por dentro. Tras esto, Victoria da con Kirtash y en medio de la pelea, el la besa creyendo que así podía calmarla y en ese momento ella le atraviesa el estomago con la espada de Jack, Domivat. Cuando el shek estaba en el suelo, mortalmente herido y la muchacha le va a dar el golpe de gracia, aparece Jack y se interpone entre ambos. Así a la muchacha se le desaparece su sufrimiento, su odio y su deseo de venganza. Curan a Kirtash mediante la magia de la mujer y él no le guarda rencores.

Cuando el shek se recupera, deciden ir a matar a Ashran. Para ello dejan a Victoria durmiendo y ellos dos se van solos, con intención de mantenerla a salvo, a por el nigromante, mediante un hechizo de teletransportación. Pero cuando irrumpen en la sala donde los esperaba el mago y el rey de los sheks, Zeshak, son rápidamente neutralizados. Entonces Victoria va a rescatarlos y le ayuda la shek “amiga” de Jack.

Esa misma noche era año nuevo. Es decir, la noche del Triple Plenilunio. Ashran, decidido atacar el bosque de Awa y la fortaleza de Nurgon y envía a todos sus shek y szishs a luchar. En esa fortaleza se había reunido todos los rebeldes: Alsan, un grupo de caballeros de Nurgon, los Nuevos Dragones, Kimara (que se había echo una hábil piloto de dragones artificiales), Allegra con los bárbaros, y todos los silfos y hadas que había en el bosque y que habían echo crecer este al rededor de la fortaleza para protegerla con su escudo. Pero Ashran, aprovechando el Triple Plenilunio y la amplificación de su poder, le echo una especie de maldición a las lunas, de forma que su luz marchitara las flores que protegían el bosque de Awa. En unos minutos el escudo se desvaneció y los sheks atacaron. Pero el líder de todos los rebeldes, Alsan, debido al efecto de las tres lunas, se convirtió en una bestia sangrienta y completamente fuera de control, mucho mas terrorífica que la que lo dominaba cuando lo afectaba la Luna de la Tierra. Se perdió por el bosque matando a muchos, sean de un bando o de otro, entre ellos, a su propio hermano.

Cuando victoria llegó adonde estaban los dos muchachos retenidos, Ashran le dijo que eligiera a uno y la dejaría irse con él. Pero al otro se lo quedaría y lo mataría. Ella, incapaz de decidir, se sacrificó a si misma para salvar la vida de los otros dos. El mago la hizo transformarse en unicornio y luego le arrancó su cuerno para obtener la única cosa que los magos no podían hacer, entregar magia y crear nuevos hechiceros (que se hacía rozando el cuerno con alguien). En un ataque de furia, Jack, convertido en dragón, se liberó y arremetió contra el mago. Y Kirtash convertido en humano también.

En otra habitación luchaban a muerte los dos padres de la parte shek de Kirtash: Zeshak y la “amiga” de Jack.

Al final consiguen matar a Ashran y al hacerlo, liberan de su interior un espíritu, una sombra: el Séptimo dios, el dios oscuro. Una vez liberado, se mete en el cuerpo de Gerde, que está oculto. La posee y la resucita, y vuelve al mundo como una diosa en el cuerpo de una mujer. Aunque esto último nadie lo sabe.

Por el otro lado, Nurgon ya ha sido completamente tomada por los sheks y los szishs y los supervivientes se retiran al bosque, buscando refugio entre los árboles. Kimara lucha desde el aire, pilotando un dragón, pero un puñado de ellos no pueden hacer nada contra cientos de sheks. La batalla esta perdida. Allegra, oculta en un árbol junto con otro mago, Quaydar, decide hacer un hechizo conjugado con el del otro mago, para hacer arder el cielo, extendiendo unas enormes lenguas de fuego por el aire, en todas direcciones. Al hacerlo, la magia que emplean la mata. El sacrificio de su vida se llevo también a más de cuatrocientos sheks. Tras esto, los sheks se retiran.

Los supervivientes se reúnen en la torre de hechicería celebrando la muerte de Ashran y la derrota de los sheks, aunque muchos sobrevivieron y se dispersaron. Victoria había caído en una especie de coma tras la perdida de su cuerno y necesitó casi cinco meses para que le volviera a crecer y su parte unicornio no muriera. Durante ese tiempo, Gerde había reunido a los szishs y a los sheks (y con el cuerno que Ashran tenía fue creando más magos) y se preparaban para exiliarse de este mundo e ir a la tierra y conquistarla poco a poco. Yaren es ahora la mano derecha de la hechicera y en una ocasión, por venganza, intenta asesinar a Victoria mientras ella esta convaleciente, pero el shek lo hace huir.

Kirtash se había ido de nuevo al norte para recuperar su parte shek que una vez mas había menguado.

Shail viajó siguiéndole la pista a Alsan, desaparecido tras la batalla y llego también al norte. Allí fue testigo, junto con Kirtash e Ydeon (el gigante forjador de espadas hizo una pierna de metal pasa Shail y con magia le dieron “vida” al igual que hacían con los dragones), de unos violentos temblores de tierra, que asociaron con el dios de la roca. Un dios había bajado a la tierra en busca del Séptimo. Pero no bajó solo. Poco a poco se fueron representando los distintos dioses, seres inmateriales que venían de un universo inmaterial y que no tenían forma, pero alteraban brutalmente los elementos que ellos mismos habían compuesto. El problema era que los mortales son insignificantes para ellos y les daba igual matarlos (sobretodo teniendo la posibilidad de crear un mundo nuevo sin ningún esfuerzo).

Poco después, un huracán arrasó parte del continente y las tierras de los celestes, una enorme bola de fuego, como un sol en miniatura, derretía las arenas del desierto de los yan, una gigantesca ola destrozó las ciudades costeras y el reino oceánico, hogar de los varu, los bosques de las hadas y los silfos empezaron a crecer a velocidad desmesurada, los árboles brotaban casi al instante, por culpa de la diosa de la vida y una luz tan cegadora que derretía las pupilas, se aposentó sobre los reinos humanos.

Cuando Victoria mejoro, se fue con Kirtash a la Tierra, lejos de los dioses. Ella, como unicornio que era, absorbía la magia del medio. Y cuando los dioses, que son pura energía, están presentes, ella se sobrecargaba de magia, hasta el punto de poder explotar. Una situación muy grave para alguien en un estado tan débil. El shek, en cambio, estaba siguiendo las órdenes de Gerde (pero estaba encantado con que Victoria se fuese con él). En esta ocasión, su parte shek la obedecía por ser su diosa, su parte humana, por ser una mujer capaz de controlar a los hombres con sus coqueterías, así que no le quedaba más remedio que obedecerla.

Mientras, Jack se había quedado en Idhún para intentar hacer algo y ayudar en lo que pudiera, que no era otra cosa que adelantarse a los dioses y dar la alarma para que evacuaran las ciudades. (También ayudó a Shail a hacer entrar en razón a Alsan para que volviera cuando el mago dio con él.)

Los Seis sabían que el Séptimo estaba oculto en un cuerpo, pero no sabían cual. Si daban con él, la batalla entre los Siete sería tan brutal que arrasarían el planeta entero. Kirtash sabía esto, o lo intuía, por eso se fue con Gerde, para protegerla y para apremiarla a que se fuera a la Tierra. Aunque luego le propuso un plan mejor: que ella misma creara un mundo nuevo para ella y los sheks.

La mayoría (Alsan, Quaydar, la Madre de la Iglesia…) veía esto como una traición y no aprobaban la relación que éste mantenía con Victoria. La presionaban constantemente y a Jack lo volvían loco diciéndole que el shek había cautivado a Victoria y la estaba volviendo contra ellos. Además, lo que pensaban era que debían ayudar a los Dioses a descubrir el paradero de Gerde y proporcionarles la identidad del Séptimo, para que lo destruyeran. Tal vez, a cambio volvieran a traer a los dragones y a los unicornios, pues sin éstos últimos, la magia está condenada.

Mas tarde, Kirtash y Victoria volvieron a Idhún, él junto a Gerde y ella junto a Jack. Su relación con ambos muchachos había aumentado en seriedad. Hasta el punto de que se había quedado embarazada. Pero no sabía de cual. Tanto la unicornio como el dragón estaban de acuerdo con el shek en proteger a Gerde y cubrirle la retirada. Los demás (excepto Shail, que era el único que creía un poco a Kirtash), al oír su teoría, prácticamente los tacharon de traidores. Alsan, ya coronado como Rey de Vanissar incluso llegó a encadenar a Victoria, aun en un estado muy adelantado del embarazo. Lo hizo por varios motivos: el primero, por traidora. El segundo, porque necesitaba el anillo que le regalo Kirtash tiempo atrás, para averiguar cómo comunicarse con los dioses.

Cuando lo descubrió, viajó, junto con otros dos personajes más: Gaedalu, Madre de la Iglesia y el Archimago Quaydar (dos personajes de relativa importancia a partir de la llegada del unicornio y el dragón a Idhún) hacia un Oráculo. Y del mismo modo que Ashran se hubo comunicado con el Séptimo justo antes de que lo poseyera, Alsan y sus acompañantes se comunicaron con los Seis. Tras descubrir su indiferencia hacia los mortales y su intención “pasar olímpicamente de ellos”, vieron el error que habían cometido. Pero ya era tarde, ya le habían dicho la identidad de Gerde y los Seis ya la habían localizado. Justo entonces aparecieron Jack y Victoria, con intención de evitar lo que ya había pasado.

El shek y el dragón habían sacado al unicornio del calabozo y, ella, tras contarle lo que iba a hacer el rey, Kirtash corrió junto a Gerde para ayudarla a empezar el exilio y Jack había volado (en forma de dragón) con la chica en su lomo, en dirección al Oráculo. Alsan fue el único que pudo reaccionar. Por fin había entrado en razón y quiso acompañar a la pareja a cubrir la retirada de los sheks y ayudar en lo posible para enmendar su error.

Para cuando llegaron, Kirtash estaba agrandando el portal mágico para que cupieran los sheks. Sentían como los dioses estaban cada vez mas cerca y ya casi los tenían encima. Por otro lado, Alsan había ordenado el ataque contra la base shek tiempo atrás, y el día de la batalla era hoy y cientos de dragones artificiales volaban hacia ellos. Yandrak, cargando con los otros dos, se interpuso entre los dos ejércitos, pero no le hicieron caso. La batalla empezó. Los sheks que conseguían contener su odio, cruzaban el portal. Los que no, luchaban y morían, o bien por los dragones (artificiales pero igualmente efectivos) o por los dioses. Algunos ya habían llegado. Gerde estaba junto al portal. Sería la última en cruzar. Junto a ella estaba Assher, un szishs que sería su sustituto en ser la encarnación del Séptimo (aunque el joven szish aún no lo sabía). Llegaron todos los dioses y mediante luz mataron a Gerde. Una sombra brotó entonces de la nada, enfrentándose a los elementos de los Seis. Éstos, lucharon contra el Séptimo y lo intentaban encerrar en una prisión, como ya habían hecho antes. Pero ya nadie cuidaba de la puerta, que se hacía cada vez más pequeña. Alsan, sin pensárselo dos veces, salio corriendo hacia la puerta, clavó Sumlaris, su espada mágica, en la puerta y con su energía la mantuvo abierta mientras los sheks terminaban de pasar. Entonces Assher, enamorado como estaba de Gerde y leal a ella, se suicidó con la espada de Kirtash y tras morir, su cuerpo fue poseído por el Séptimo. Volvió a la vida y cruzó la puerta tras el último shek, despidiéndose levemente de Alsan. Cuando pasó, El Rey de Vanissar sacó la espada de la puerta y esta se cerró, justo cuando la furia de los Dioses caía sobre él y el portal cerrado. Victoria, sobrecarga de de la energía de los Siete, creó un escudo alrededor del sus amigos. Saturada de magia, su escudo aguantó la arremetida de los seis Dioses, que enseguida volvieron a su plano astral, para seguir buscando al Séptimo. Pero a la muchacha no le dio tiempo de extender el escudo hasta Alsan y el rey murió.

El niño de Victoria nació poco antes del funeral de Alsan y resultó ser hijo de Jack. Pero la muchacha seguía enamorada de los dos. No podría vivir sin uno de ellos y ambos lo comprendían. Hicieron un esfuerzo titánico para llevarse bien y no intentar matarse mutuamente (como les impulsaba a hacer el instinto y el odio). Se fueron a vivir los cuatro a una zona tranquila y pacífica. Kirtash, como siempre, se iba. Pero siempre volvía.

El sucesor del trono, que era el segundo al mando de Alsan, no se creyó la historia de los dioses y del exilio de los sheks. Decían que las serpientes estaban ocultas en alguna parte. Y que Kirtash era el culpable de todo. Al final, el shek decide irse a la Tierra, para que dejaran de perseguirlo y porque se sentía horriblemente solo y el la Tierra había un pequeño grupo de sheks que su dios no se había llevado. Aun así, seguía amando a Victoria. Antes de irse la dejó embarazada y él no lo sabía. Cuando se corrió la voz de que la muchacha había tenido un hijo con el shek, fueron a por el bebé y a por la familia entera. Y ellos huyeron hacia la Tierra, donde Kirtash los esperaba. Y así volvieron a su antiguo hogar.

Brutal. Espero que hayáis disfrutado leyendo esto, como yo escribiéndolo. Si se os ha hecho un poco largo, lo siento. He hecho todo lo que he podido y he omitido muchas cosas, pero no he podido resumirlo mas (demasiado que he metido 2000 páginas en 8).

Sin más preámbulos me despido hasta la próxima, que o bien será otro resumen del siguiente libro que me lea, o bien será el primer capítulo de la nueva serie: La Sabana.


Namárië!!

P.J.O.R.


PD: Siento haber tardado tanto pero me ha llevado más de lo que esperaba.

2 comentarios:

Kenneth dijo...

La sabana??? que es eso??

Anónimo dijo...

ya lo veremos, impaciente!!!

confio en que pedro lo escriba pronto ;)